Las privatizaciones como instrumento eficaz para estratificar la sociedad y aumentar la desigualdad.
Cuando hablamos de igualdad y nos referimos a temas sociales, el concepto de igualdad se refiere a características de grupos humanos en relación a su equiparación tanto en derechos como en obligaciones y, esto implica una igualdad de oportunidades, no solo ante la ley, sino que también se refiere a educación, sanidad, trabajo, etc. además de cumplir con ciertos deberes como respetar la ley, etc.
Cuando la desigualdad social se institucionaliza de alguna forma, bien sea por costumbre, imposición a la fuerza, o cualquier otro tipo de factor que favorezca la permanencia de una desigualdad social, entonces hablamos de estratificación social y esto se refiere a un estado permanente de privilegios de uno o varios grupos sociales. Existen multitud de ejemplos de sociedades con marcada estratificación social como la sociedad de castas en la India, donde se hereda por nacimiento el estatus social, al igual que la sociedad estamental en la Edad Media europea, de la que siguen existiendo los títulos nobiliarios como ejemplo de privilegios sociales heredados por nacimiento. Hay muchos autores que han tratado el tema de la estratificación social a lo largo de la historia desde Aristóteles a Marx, Smith, Hamilton, etc.
En la actualidad, en el sistema neoliberal occidental y concretamente refiriéndonos a España, podemos asegurar, según llevamos viendo durante décadas, que los poderes públicos están al servicio de ciertos grupos sociales privilegiados, de los cuales forman parte, a los que benefician de muchas formas y en especial económicamente, malversando así enormes caudales de dinero público que pasan a manos privadas. Ejemplos de esto lo tenemos con la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR) que es actualmente la mayor corporación en España y, sus privilegios no solo se limitan a privilegios fiscales y económicos, también son privilegiados ante la justicia que al estar copada por el Opus Dei, no hay reacciones que defiendan el interés público ante los abusos de la Iglesia.
La ICAR siempre fue un estamento privilegiado en la sociedad estamental medieval europea, pero hoy en día conserva sus privilegios como nunca y por medio de sus miembros controla multinacionales, universidades, gobiernos, tribunales, etc.
Algo que denota la marcada naturaleza estamental de la ICAR es su estructura fuertemente jerarquizada donde el papel de la mujer en su organización es claramente de inferioridad y humillante. Ejemplos de este estatus son el de las monjas respecto a los sacerdotes y especialmente el papel que le da el Opus Dei a la mujer donde se aprecia el fuerte sexismo al que son sometidas las mujeres en esa secta católica.
Gracias a las privatizaciones, gran parte de los bienes públicos (inmuebles, tierras, empresas, dinero público, etc.) pasan a la ICAR bien sea formalmente por medio de sus instituciones o indirectamente por medio de sus miembros. De esta forma, siendo los dueños del capital y de las empresas, pueden elegir a dedo a quienes son de los suyos y aceptan su sistema arcaico de derechos y privilegios a costa de marginar y dejar sin trabajo a quienes no son de los suyos. En la creciente privatización de la enseñanza, tenemos buena prueba de esto al ver como se benefician los colegios concertados con dinero público, a costa de precarizar los colegios públicos. De nada le sirve a un profesor prepararse unas oposiciones ante un colegio privado. Pero su capacidad de discriminar no se limita a las empresas, sino que también a la política, la justicia etc.
Con la prolongada permanencia de privilegios inaceptables hemos llegado a la situación actual donde al hablar de políticos estamos hablando de castas que, independientemente si son del PSOE o del PP y sus nuevas variantes (VOX y Ciudadanos) benefician descaradamente los privilegios ilegales de la ICAR. Así, las privatizaciones representan un instrumento eficaz para estratificar la sociedad según los intereses de la ICAR, a costa de violar los valores superiores de la Constitución Española de igualdad y justicia que inspiran las leyes hasta el punto de derogarlas si entran en conflicto con estos valores superiores.
Imagen: L’arbre des batailles de Honorat Bovet Paris, BnF, Bibliothèque de l’Arsenal, ms. 2695 folio 6v.